Pasas por ellas todos los días, dices sus nombres todo el tiempo, pero ¿sabes qué significan? En esta sección de Qué Pasa Oaxaca exploramos la historia tras los nombres de las calles de la ciudad.
La calle Porfirio Díaz, o “calle de los profiteroles”, como algunos de mi conocidos le llaman, lleva el nombre de una figura controvertida (e incluso infame) de la historia de México.
Porfirio Díaz era originario de Oaxaca y fue presidente del país durante 35 años, hasta 1911. A este largo periodo de gobierno se le conoce como el “Porfiriato”.
A pesar de que Díaz deseaba locamente alcanzar la presidencia, el proceso le tomó algunos años. Desde 1871 y con una exitosa carrera militar, el joven general organizó varias revueltas, mismas que no tuvieron éxito sino hasta 1877, cuando por fin logró convertirse en mandatario del país.
Resulta que a Díaz le gustaba tanto ser presidente que, en una clásica movida “dictatorial”, cambió la constitución y eliminó las leyes que restringían la reelección. La prioridad del mandato porfirista se centraba en lograr la estabilidad del país y el crecimiento económico. Esto se veía muy bien por escrito, pero en la vida real implicó tomar el control de las cortes, censurar a la prensa, aplastar a la oposición y asignar posiciones políticas a amigos y conocidos.
El General era muy hábil tanto para mantener a la gente feliz con ofertas convenientes, como para hacer que se enfrentaran unos a otros. También sabía llevársela tranquila con la Iglesia Católica y con los Masones… En efecto, el material político del porfiriato sería perfecto para una jugosa serie de Netflix.
Díaz favoreció la “economía del goteo”, abrió el país a las inversiones extranjeras, y permitió que los terratenientes se apoderaran sin piedad de tierras y territorios indígenas. Para algunos miembros de la clase media mexicana, el Porfiriato es recordado como un periodo de gran crecimiento para el país: se construyó una enorme red de ferrocarril, las minas florecieron y el peso estaba en su punto más fuerte.
Sin embargo, al otro lado de la moneda, Díaz fue un tirano que descuidó por completo a la población rural de México. Durante su mandato los ricos se volvieron más ricos y los pobres más pobres. Como consecuencia, este ambiente de desigualdad generó racismo, clasismo, exclusión y esclavitud. Y como si esto fuera poco, así como la educación, la salud y el empleo no eran prioridad, miles de agricultores fueron despojados de su principal medio de subsistencia: la tierra.
Naturalmente, el descontento social se desbordó, y en 1911 el fin del reino de Díaz marcó el inicio de la Revolución Mexicana; pero esa ya es otra historia.
A Díaz no le quedó otra opción mas que huir a Francia, donde murió en el exilio. Actualmente está enterrado en el cementerio de Montparnasse, en París. Se han hecho algunos intentos para repatriar sus restos, aunque sin mucho éxito.