Ser raíz, tener los pies bien colocados sobre la tierra, saber de dónde se viene y a dónde se va, dominar el arte de la paciencia, ponderar la paz interior, nutrir la humildad y apostar por la claridad son cualidades que tejieron la fortaleza de una cantante oaxaqueña que no se asemeja a ninguna otra, no sólo por su talento, sino porque la fama no le interesa. La soprano mixe María Reyna González, menuda y bajita, a sus 25 años se siente orgullosa de su lengua materna y la lleva como bandera.
Rancho Metate, Santa María Tlahuitoltepec Mixe, es un lugar donde las nubes tocan la tierra, semillero de músicos en la Sierra Norte del estado de Oaxaca; y allá nació María Reyna. Desde sus ocho años supo que quería cantar, así que estuvo en un coro y a sus 15 años, con poco dinero, salió de su pueblo para estudiar en Guadalajara.
Al llegar, las cosas no fueron fáciles; sin embargo, el idioma ayuujk (mixe) –su lengua materna– fue una herramienta para plasmar su cosmovisión, sus sentimientos y pensamientos, le dio más fuerza a su voz, le abrió las puertas para mostrar su misión y difundir las lenguas indígenas. María Reyna comenzó como trabajadora doméstica y seis años más tarde su historia cambió: ahora es una mujer famosa, una cantante en formación que promueve su primer disco y prepara una gira en el extranjero. Será la primera vez que salga del país.

Foto cortesía de María Reyna
–¿Qué es lo que más extrañas? –le pregunto, y ella sonríe con una especie de melancolía. –Lo que más extraño es caminar en el bosque sin tacones, ir a buscar leña con mi papá, hacer tortillas con mi mamá, andar sin maquillaje.
Nuestra entrevista transcurre en un hotel del Centro Histórico en Oaxaca, previamente a la presentación de su disco Orgullosa soy raíz. En la habitación descansan sus padres, luego de un largo viaje que por primera vez hacen fuera de Tlahuitoltepec sólo para asistir al concierto de su hija.
“A mi mamá no le gusta viajar, no le gustan las curvas. Yo le pedí especialmente que viniera conmigo a este concierto que es muy importante, porque no solo será la primera vez que cante en el Teatro Macedonio Alcalá, también presentaré mi disco. Ella dudó en venir, mi papá luego luego aceptó. Mi mami nunca había salido de Tlahuitoltepec, pero al final me dijo ‘pues vamos, qué más puede pasar’”.
Es así como, con su primer disco en la mano, la soprano mixe María Reyna volvió por la puerta grande a Oaxaca, con el orgullo de ser oaxaqueña y con la compañía de cómplices y amigos que la han impulsado en este sueño: desde fotógrafos, arreglistas, músicos, empresarios y seguidores que le han tendido la mano para que cumpla sólo una de sus tantas metas.
–¿Ahora qué sigue? Ya tienes tu concierto en el Teatro Alcalá, vienes a presentar tu disco, ¿eras ya conocida en varios estados?
–Volver me hace sentir muchos nervios, creo que es la emoción de sentirme en casa y saber que hay gente que va a estar ahí, que me va a acompañar. Todavía me cuesta creer que la gente se forma para conseguir un boleto para mis conciertos. Estoy feliz porque me acompañaron personas muy importantes: ¡mis padres, que me han dado la vida! Yo creo que cuando tú das las cosas con el corazón, el universo te lo devuelve de regreso y más grande.
Días antes, María Reyna se había presentado en el Auditorio Guelaguetza acompañada de otras cantantes. Desde que su carrera despegó, ella asegura que no existen las casualidades, que todo es fruto de su trabajo y punto de encuentro del tequio de muchas personas que se han subido a su barco.

Foto cortesía de María Reyna
El sueño de una mujer ayuujk
La cantante oaxaqueña se nutre de sus raíces, de sus padres como fuerza, de su cultura ayuujk (mixe). Y sí, la fuerza de su cultura indígena la proyecta y la transforma: “Todo lo que hago es por mis papás, a donde me lleve el viento iré, podré pisar los mejores escenarios, pero mis padres son parte de lo que soy y ellos siempre estarán conmigo”.
Ópera Mixe es un proyecto creado por el pianista y director musical Joaquín Garzón que arropa a María Reyna; aquí se descubrió y comenzó a valorar muchas cosas. Le pregunto entonces qué representa la fama para ella: “Es poquita, es fugaz, dura nada. El trabajo es lo que hay detrás de todo y un gran equipo”.
La cantante representa a otras mujeres con respeto y orgullo, lleva con honor la bandera de las lenguas indígenas de México, las cuales difunde y promueve a través de su música, por eso canta en mixe, zapoteco, mixteco, náhuatl y también español. “Cantar en lenguas es sólo un granito que estoy dando a México, todavía hay mucho por hacer, yo sigo caminando. Quiero seguir estudiando, abarcar más artes como la danza y el teatro. Vienen proyectos más grandes y quiero estar preparada para ello”.
A tres meses de haber lanzado Orgullosa soy raíz en Oaxaca, disco que incluye 13 temas en el que fusiona la música clásica, el jazz y lo contemporáneo, María Reyna continúa con presentaciones en otros estados de la República Mexicana. Su carrera va en ascenso, esto apenas comienza; sin embargo, ella sigue disfrutando del olor de la tierra y de volver a Tlahuitoltepec Mixe, donde piensa regresar a vivir en algún momento.

Foto: Carina Pérez García