“La imaginación es inherente a nuestra especie”, dice Lukas, al tiempo que muestra una sonrisa del tamaño de su esperanza. Resuelto en esta afirmación, Lukas, a lo largo de su vida ha sorteado y burlado los caminos que parecían estar destinados al fracaso, aferrándose a ellos. Y donde todo mundo le ha señalado imposibilidad, él ha demostrado lo contrario. Esa insistencia lo ha dotado de un cuerpo construido de muchos cuerpos, y con ellos expresa, de manera interseccional, multidisciplinaria y vibrante, una serie de temas que, si bien entrelaza con delicadeza, exhibe a propósito sus propias contradicciones: identidad indígena, identidad de género, diversidad sexual, la subversión de los cuerpos y de los pueblos, por nombrar algunas.
Lukas se describe como bailarín, coreógrafo, poeta, actor, modelo, performance artist, antropólogo, muxe performer y trans multidisciplinar. Pero para entender su devenir artístico con mayor profundidad, como él mismo lo indica en entrevista para Qué Pasa Oaxaca, hay que entender todo aquello que lo ha negado en vida, desde el principio: “Mi madre me parió un 8 de diciembre en un terreno rodeado de mezquites, en Tehuantepec. Mi educación se fincó en el seno de una familia de ‘indias refajudas’, ‘indios patarajadas’ e ‘indios sodomitas’, y que ahora les llamas Muxhes, o le llaman Muxheidad; y para no romper con la tradición me llamaron como mi padre, Lukas Avendaño”, declama Lukas con parsimonia.
Esa es su primer negativa, “yo nazco en un contexto de familias campesinas, ‘indios patarajadas’ como nos decían, y ya había una negación, ya había una predisposición a que no podíamos tener mayor aspiración que el seguir siendo indios (…) el primer cuerpo que está en mi cuerpo, así como una marca de agua, es ser niño campesino. Toda la memoria que puede registrarse en los primeros 15 años de un niño campesino están en mi cuerpo”, afirma, y continúa: “cuando mi padre rompe la lógica de seguir siendo indio, y se vuelve “migrante” ilegal en Estados Unidos, rompimos con la cadena de ser indios, pero entramos a otra negación, la de ser ilegales. Mi padre tuvo que negar ser indio para volverse indocumentado.”

Foto: Mario Patiño
Lukas acude a momentos en su memoria en los que, con la imaginación como herramienta, ha trascendido la inexistencia que el mundo le tenía preparada: “Cuando mi padre está allá, se va mi hermano Lalo y mi hermano Rigo, y entonces pareciera ser que yo también estaba predestinado a estar preparando la próxima cosecha de uva en los Valles de Salinas, California (…). Ya había otra negación, es decir, nos negamos porque en este país no podíamos ser, no podíamos ser como mexicanos, pero tampoco podemos ser allá como norteamericanos; siempre parecería ser que nuestra aspiración es para dejar de ser una cosa, pero la que conlleva seguir siendo una negación”, apunta.

Foto: Mario Patiño
Fue entonces que, para poder continuar con sus estudios, a los 15 años decidió inscribirse como instructor comunitario del Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE), en donde fue asignado a Cerro Caballo, una comunidad en la costa que le tomaba 12 horas a pie para llegar. “Yo me la pasaba llorando allá en la montaña, pues porque yo era un niño, y ese es otro cuerpo que se construye, porque ahí yo era el maestro, y el maestro que tenía una respuesta para todo (…), debía dar pláticas de métodos anticonceptivos cuando ni siquiera yo tenía una vida sexualmente activa”, expone. Pero así consiguió una beca que le permitió terminar el bachillerato. Le hubiera sido imposible estudiar de otra manera. “Yo creo que ese ritual de pasar 10 meses en comunidad me dio una autoridad y un reconocimiento. De ser un niño de 15 años, a pasar a ser adulto de 16”, concluye.
Tiempo después vino otro desafío a su destino: la Universidad. Primero estudió en la Facultad de Derecho de la UABJO, pero la aparición repentina de un misterioso y entusiasta arqueólogo que trabajaba en Monte Albán, sumado a una pronta desilusión por el derecho, fueron paradójicamente determinantes para que Lukas dejara la carrera y se inscribiera en la Facultad de Antropología de la Universidad Veracruzana (en la que se graduó).
Cuatro semestres más tarde: “como una cuestión instintiva, casi como si existiera en el código genético, mi cuerpo sintió la necesidad de hacer lo que estaba viendo”, cuenta mientras recuerda la experiencia que tuvo a la hora presenciar un examen profesional de teatro en la Unidad de Artes de la Universidad, “me encontré con estos cuerpos extraordinarios, estaban en un estado extra-cotidiano, que es la danza”. Esto lo convenció de inscribirse, además, a la Facultad de Danza. “Si de por sí dicen que estudiar antropología es una incertidumbre total en el campo profesional, ahora ser bailarín danzante es una incertidumbre mayor. Parecía ser que en esta construcción del cuerpo, si ya de por sí venía con el estigma, ahora yo me aferraba a perseguir el estigma. Es decir, parecía ser que yo me aferraba a ser un caso exitoso del fracaso”, sentencia.
De entonces a la fecha Lukas ha presentado sus obras de representación escénica y performática con éxito alrededor de todo México y en países como Argentina, Colombia, Polonia, Canadá, Alemania, España, Guatemala, Suiza, EUA, y Ecuador. Se ha presentado en más de una docena de festivales de teatro y artes escénicas dentro y fuera de México, y ha realizado cuantiosos proyectos de dirección, coreografía, ejecución y docencia, sin contar su producción exclusivamente literaria, que es muy rica también.

Foto: Archivo Lukas Avendaño
Sin embargo, uno de los acontecimientos recientes más trascendentales que ha marcado con fuerza su vida y su carrera de manera violenta, es la desaparición forzada de su hermano, Bruno Alonso Avendaño Martínez, desaparecido en Tehuantepec, Oaxaca, el 10 de mayo de 2018 (día de las madres en México). Esa es la última negación, la más cruel: “la desaparición <social> es la antesala de la desaparición física; porque antes de que desaparezcas físicamente ya de por sí eres un desaparecido, un desaparecido cultural, un desaparecido económico, un desaparecido laboral”, concluye.
A partir de entonces, con la imaginación como brújula –aquella compañera de vida-, Lukas se ha empeñado en volver a desafiar al destino, y está convencido de que encontrará a su hermano. “No encontrar a Bruno no es una posibilidad. Mi reto más grande, en este sentido, es tener la posibilidad de falsear el criterio de verdad como la enunciación de la institución encargada de procurar y de impartir justicia, de decir: 40’000 desaparecidos en este país, 40’001, 40’002, 40’003, no pasa nada. A mi me pone en una posición de falsar, de decir que es posible que se detenga ese reloj que diario está cambiando el dígito, y esa es mi tarea. Ese es el reto que yo me he impuesto; sí porque es mi hermano, sí porque me parece inhumano que la gente desaparezca, sí porque me parece que es inhumano que seamos indolentes, sí porque me parece que es nuestra responsabilidad como especie y sí porque por mucho tiempo yo he dicho que la imaginación es inherente a nuestra especie”, termina.
En el proceso legal de búsqueda Lukas ha develado una serie de irregularidades, negligencias y mentiras por parte de las fiscalías encargadas de la búsqueda de personas desaparecidas, a nivel local, estatal y federal, quienes a un año de lo sucedido no han presentado un solo avance en la investigación; al contrario, la han obstaculizado. No obstante, su luz brilla junto a sus lágrimas y a su sonrisa que se presentan puntuales en su rostro. Su perseverancia y su fortuna de ser exitoso donde todo apunta al fracaso, lo destinan a encontrar a Bruno y parar el reloj. No cabe duda. “Ahora es el gran performance que yo estoy emprendiendo a partir de esta búsqueda, y por eso no puedo asumir la desaparición de Bruno”, concluye Lukas: “no puedo, no debo, no creo y no espero, y no siento asumirlo con tristeza y con resignación, sino que tengo que asumirlo con alegría, con fe, con esperanza, con deseo, con mucha imaginación, y con toda nuestra comunidad de esta humanidad que somos”.
Para contactar a Lukas Avendaño:
avendanolukas@gmail.com
FB: Muxe, muxhe performer. Lukas Avendaño
IG: @muxe_muxhe_muxes
TW: @mar_pasan

Foto: Archivo Lukas Avendaño

Foto: Mario Patiño