¿Quién no se ha detenido a comprar una nieve en las escaleras de la iglesia de La Soledad cuando llega el atardecer? Hay tantos puestos y sabores que nunca sabes qué escoger. Te puedes dejar seducir por una nieve de leche quemada o ir sin riesgos y escoger la tradicional de limón. Terminas tu nieve, continúas caminando por las calles hasta que encuentras el puesto de dulces típicos El Arte Oaxaqueño. Aunque estás satisfecha, la variedad de golosinas de diferentes formas y colores que se exhiben en este puestecito te atraen. El gran dilema es comprar un gaznate, un mamón o esperar hasta la próxima ocasión.
Cuando caminas por cualquier calle del centro de la ciudad aparece la señora que vende una especie de gelatina de café cubierta con un polvo rosado, una curiosidad para los que nos visitan por primera vez. Se trata del complaciente nicuatole, una de las muchas tentaciones azucaradas de Oaxaca.
En México, los dulces típicos son esa variedad de golosinas artesanales que se venden en las calles o en los mercados. Los expertos en historia culinaria afirman que gran parte de los dulces tradicionales que comemos en la actualidad datan del periodo colonial. Los conventos fueron los lugares donde se llevó a cabo el sincretismo culinario: misioneros, monjas e indígenas fusionaron sabores y colores que dieron origen a la gourmandise mexicana. Los productos traídos del viejo continente –caña de azúcar y productos lácteos– se mezclaron con la fruta, las semillas y las especies de América, incluso la herencia árabe de la España mudéjar está latente en los dulces típicos. Si alguna vez has degustado la comida marroquí, te habrás percatado del parecido que tiene la comida mexicana, especialmente porque los dulces también llevan semillas, azúcar y leche.
Oaxaca goza de una reputación gastronómica fabulosa, en especial la comida salada y picante atrae a la mayoría de los comensales. Sin embargo, hay una gran diversidad de antojos azucarados, de entre los cuales el chocolate oaxaqueño es el más representativo en cuanto a sabores dulces. En la capital podemos encontrar dulces de distintas partes del país, desde los camotes de Puebla hasta las marquesitas yucatecas.
Un paseo a través de los dulces favoritos de los oaxaqueños
1. Nicuatole
La palabra es de origen náhuatl, proviene del necuatl que significa miel y atole: la bebida indígena de maíz. Este es el postre oaxaqueño por excelencia, elaborado generalmente por manos de mujeres, a base de masa de maíz, agua, azúcar o piloncillo, leche y canela. Su popularidad ha alimentado la creatividad de las cocineras quienes ahora preparan nicuatole de distintos sabores: coco, nuez, mango y piña. Este delicioso manjar lo venden en los mercados y en puestos de la ciudad. Si te animas a tener una experiencia totalmente nicuatolesca, asiste en julio a la Feria del Nicuatole de San Agustín Yatareni, ciudad de donde se cree es originario el postre.
2. Nieve de leche quemada con tuna
Para este calor, ¡qué mejor que una refrescante nieve! ¿Qué tal una de limón, coco, fresa o mango? Si estás en Oaxaca y escoges uno de estos sabores, eres de aquellos que no les gustan los riesgos. En Oaxaca, nos fascinan las nieves con sabores más interesantes y originales, por eso tenemos nieve de mezcal o, aún mejor, de leche quemada con tuna: una mezcla de leche hervida, azúcar, canela y la deliciosa fruta del nopal. Es el perfecto balance de sabores donde la leche adquiere una consistencia ligeramente cremosa. Si pasas por la basílica de La Soledad, detente a tomar una nieve porque son las mejores de la ciudad y el lugar es agradable para una tarde familiar o entre amigos.
3. Palanqueta
Este dulce de cacahuate tostado y cubierto de piloncillo se encuentra en cualquier parte de México. Puede saborearse como postre, aunque también puede ser una deliciosa botana simple y sabrosa. Es una de las golosinas favoritas de los niños, perfecta para masticar en el trayecto de la escuela a la casa. ¿Quién no se acuerda de los dolores de dientes al mascar algún cacahuate muy duro?
4. Gaznate
Minerva atiende el puesto de golosinas El Arte Oaxaqueño que se encuentra en el Mercado 20 de Noviembre. No duda en decirnos que el gaznate es lo que más vende, tanto a locales como a visitantes. Aunque no es un antojo cien por ciento oaxaqueño, sino más bien mexicano, su forma de taquito frito relleno de una crema azucarada –a veces con un toque de mezcal– es atractiva para los ojitos y la barriga. El gaznate puede ser un dulce ideal para calmarnos el antojo.
5. Maguey cocido
Para cerrar con broche de oro, tenemos el dulce más oaxaqueño de todos: el maguey cocido que posee un ligero aroma destilado y su sabor es agridulce. Este antojo, poco atractivo visualmente, no es otra cosa que las pencas de maguey o de piña cocidas en horno. De consistencia carnosa, puede resultar interesante para algunos porque comerlo implica masticar la fibra y extraer el jugo; aunque para otros sea poco seductor y tal vez desastroso si son principiantes. Los amantes del mezcal y lo agridulce lo amarán cuando lo encuentren en ferias y algunos mercados.